En el interior del cuerpo se desarrollan los procesos metabólicos, homeodinámicos y dinámicos. Hacia el exterior, la dinámica del movimiento que lleva a la organización de la acción, la ejecución de las actividades y la expresión de los sentimientos, por medio de los cuales cumplir aquellos mismos propósitos: los imperativos evolutivos.
Son entonces las sensaciones, la conciencia, los propósitos y esas actividades, las que el cerebro memoriza, produce y expresa como instinto, apetito, deseo, emoción, sentimiento, imaginación, pensamiento, recuerdo y anhelo, al momento de asignarles un orden con significados y significantes con los cuales dirigir las acciones como criterios de verdad, conducta, acción y recuerdo.
Ese orden de significados y significantes se fundamenta en las sensaciones físicas, las que, a medida que se acumulan en la mente, la memoria, son trasformadas en proyecciones de acción y expectativa, hasta alcanzar altos grados de abstracción.
Ese orden se traduce en códigos cada vez más complejos que se conectan, superponen, yuxtaponen e integran, para desarrollar una memoria cada vez más extensa y expandida, la que, por magnitud y necesidad, se expresará, conservará y compartirá por medio de acciones externas: gestos, sonidos, señas, señales, signos, símbolos, los que, a su vez, se expresan a través del cuerpo y se conservan en objetos, en archivos.
Como criterios de acción, de conducta y de verdad, esos códigos, serán concretos, reales, especulativos o ficticios, de ahí que se conviertan en las expresiones de las ciencias, las matemáticas, las filosofías y las artes, como herramientas de la exploración en lo desconocido.
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